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Por suerte hay personas que tienen la creatividad y el talento para transmitir mensajes y llegar al público a través de la educación y la cultura. Es el caso del escritor murciano Gabriel Ibáñez, docente de profesión y escritor vocacional, cuya nueva obra “Unas vidas cualesquiera” nos transmite diversas e importantes enseñanzas.
Es la historia de la gran amistad entre Carlos e Ignacio, amigos inseparables de la infancia y los retos a los que deberán enfrentarse a lo largo de la vida. Todo comienza en la España de los años 30, en una sociedad convulsa que ha de pasar por una guerra civil y una dictadura. Los dos amigos han de atravesar todo tipo de circunstancias pero su cariño prevalece ante cualquier problema. A pesar de la confianza y del respeto que se profesan, hay un secreto que Carlos no se ha atrevido nunca a confesar a Ignacio: está enamorado de él desde su juventud. Cuando la represión ideológica y religiosa que ejercía la dictadura se acaba y la gente empieza a disfrutar de la libertad de expresión perdida, Carlos se decide a confesar sus sentimientos lo que desencadena un ejercicio de adaptación emocional para su amigo. Porque es cierto que la conducta socia de la masa nos influye en cierta medida, aunque no queramos, es cierto que a veces hay que borrarse los ojos y ver las cosas con perspectiva. Nunca puede ser dañino el amor si se respeta al ser amado, nunca puede ser errónea una identidad si construye felicidad en lugar de rechazo.
Solo nosotros podemos construir un mundo donde todos puedan exponer sus diferencias, sus curiosidades, sus sentimientos, inquietudes y pasiones. Y sería un mundo, sin duda, mejor que este.
El hecho de que a la sociedad le haya costado tanto empezar a tolerar la libertad sentimental de los individuos ha provocado que la mayoría de las novelas LGTB sean muy modernas y transgresoras. Lo original de esta novela es que se remonta a las dificultades identitarias a las que han tenido que enfrentarse las personas de generaciones anteriores para las que la educación no solo prohibía sino que estigmatizaba el amor homosexual. Con una marcada crítica social hacia la intolerancia y cualquier tipo de imposición intelectual que nos aleje del verdadero camino: la libertad y el respeto.
Todo el libro está impregnado de amor y de paciencia. Toda la crítica social, religiosa e intelectual están presentadas desde un punto de vista tierno y apaciguador. No pretende reivindicar libertades con odio y reproches sino con normalidad y entendimiento.
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